Es el pedido de la cubana que pasa días terribles en una situación de vulnerabilidad, inseguridad y total abandono. Diosmary tiene 49 años, lleva 11 años viviendo en la isla y por desgracia esta es la segunda vez que se ve obligada a vivir a la deriva. Varios medios de prensa han llegado hasta la estación aeroportuaria de Mallorca para dar a conocer al mundo la odisea de esta mujer.
Diosmary pernocta desde septiembre en uno de los salones del Aeropuerto de Palma. Asegura la caribeña que la convivencia por lo general es buena. Ha dicho además que ella no molesta en dicha estación donde todos la conocen como La niña cubana. Lo cierto es que Diosmary no es la única que vive allí, y que la regla de orden es no robar ni hacer destrozos para no ser echada a la calle.
Los trabajadores de la terminal de aviación tienen un trato amable con la desafortunada caribeña. Por otro lado, se sabe que la Unidad Móvil de Emergencia Social (UMES) de la Cruz Roja, acude cada noche a llevarle a ella y a los otros convivientes sin hogar algún jugo, galletas y alimento para palear el hambre.
A pesar de lo antes descrito, pudiera pensarse que Diosmary está bien resguardada en uno de los salones del aeropuerto de Palma de Mallorca, pero no es así. La realidad es temible, ya que la cubana ha denunciado actos que ponen en riesgo su integridad física y emocional.
Ella ha confesado a la prensa que en ciertas ocasiones, se le han acercado hombres de malas intenciones, con la insistencia de ofrecerle dinero a cambio de favores sexuales. Algunos le han querido engañar, ofreciéndoles un sitio donde quedarse a vivir. La cubana se ha negado a las peligrosas invitaciones que bien pudieran poner en riesgo su vida.
Diosmary cuenta un suceso terrible para ejemplificar el suplicio que vive: Un ejemplo reciente fue el altercado del jueves. Eran las cinco de la mañana y me encontré con un hombre frente a mí, observándome. Desperté nerviosa y confundida, sin comprender lo que estaba sucediendo. A pesar de mi inicial rechazo, insistió durante un tiempo en darme dinero para que pudiera comer. Lo rechacé, pero persistió y, finalmente, acepté con la condición de que me dejara en paz y se marchara. Pero el hombre se negaba a irse, mi desesperación crecía ante el temor de que pudiera hacerme daño. Finalmente, comenzó a exigir favores de índole sexual. Devolví rápidamente el dinero y entablé una discusión con él hasta que finalmente se marchó. La situación fue muy violenta.
La gravedad del incidente llevó a que decidiera informarle a los empleados de seguridad del aeropuerto, quienes de inmediato la animaron a presentar una denuncia ante la Policía Nacional.
Diosmary solo tiene una maleta con todas sus pertenencias. Ella asegura que no necesita nada más, y ciertamente poseer tan pocos bienes le ayuda a la estancia temporal en un sitio donde sufre las incomodidades de estar sin privacidad. Otra odisea para ella es realizar el aseo necesario para su higiene personal, además de las necesidades fisiológicas que debe hacer en los baños públicos del aeropuerto de Palma de Mallorca.
Pero la gran interrogante en esta desgracia que vive la cubana es cómo acabó en el aeropuerto. Según las declaraciones de Diosmary, en 2012 ella y su expareja, un cubano-español, gestionaron todos los documentos necesarios en Cuba para trasladarse a España, específicamente a Mallorca. Un inconveniente en la tramitación de los documentos migratorios hicieron que ella permaneciera más tiempo fuera de la isla caribeña y que por tanto perdiera la residencia cubana.
La esperanza de Diosmary estaba en la regularización definitiva, la cual le daría papeles legales y permiso de trabajo después de pasar tres años conviviendo con su esposo en tierra española. Las esperanzas se esfumaron cuando el cubano-español decidió abandonarla, dejándola sola y sin trabajo, en una difícil situación que sufre hasta el día de hoy.
Tiempo después conoció a un hombre generoso, quien la acogió una temporada. Ella lo consideraba como un segundo padre, y después de un tiempo él hasta consiguió ofrecerle un trabajo. Antes de poder tramitar todos los papeles en Extranjería, el hombre falleció, lo cual fue un duro golpe para Diosmary.
Por toda la desventura antes descrita, la cubana transitó entre diversas casas de acogida, y también se alojó en hogares cuyos dueños le ofrecían hospedaje a cambio de servicios de limpieza y cuidado del hogar. Su trayectoria lamentable cambió de pronto al conocer una persona con quien inició una nueva relación que terminó el pasado año 2022. Según las propias palabras de Diosmary, se trataba de una relación abusiva y controladora, y por eso tomó la valiente decisión de ponerle fin y enfrentar su regreso a las calles.
Entonces fue que Diosmary pasó a residir en el aeropuerto y más tarde en las calles. Ella recorría con la maleta todo el Paseo Marítimo en busca de algún rincón donde dormir. Para poder asearse utilizaba los baños de centros comerciales, donde se encerraba con pestillo para poder lavarse. Con tristeza ha revelado que tuvo que cortarse el pelo, porque lo tenía muy largo y se le enredaba con todo. Después del verano la cubana volvió al aeropuerto, donde asegura sentirse un poco más tranquila, además de agradecer la asistencia y bondad de los trabajadores.
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